Belén todavía no ha encontrado trabajo “de lo suyo”.
No para de enviar currículums y ya ha hecho más entrevistas de las que le gustaría. La gran mayoría acaban con evasivas o con unas condiciones laborales poco éticas.
Es más.
Ahora mismo vuelve de una entrevista que ha acabado con el clásico “ya te llamaremos”.
Belén ya sabe lo que hay tras esta frase. Es la tercera vez que se lo dicen en este mes y se siente abatida ya que esta última empresa parecía que estaba muy interesada en ella.
Una decepción más.
Respira hondo, se promete que lo conseguirá y va a tomar un café para despejarse.
Entra en la cafetería más cercana, pide su capuchino y se sienta en una mesa libre al lado de la ventana.
En ese momento, por casualidad, ve aparecer a Sara. Se le ve contenta. En cuanto la ve, se acerca corriendo a saludar.
—¡Qué casualidad, Belén! Me alegro muchísimo de verte. ¿Qué haces por aquí? ¿Trabajas por la zona?
—Qué va. He venido a hacer una entrevista aquí al lado.
—Y qué. ¿Cómo ha ido?
—La verdad es que no me ha ido muy bien… Ya sabes, ha acabado con un “ya te llamaremos”.
—Bueno, no te preocupes que conociéndote seguro que te ha salido bien la entrevista y te llamarán.
—Pocas entrevistas has hecho tú, ja, ja, ja. La verdad es que esta me hacía especial ilusión porque durante estos meses me he formado a conciencia para cumplir todos los requisitos que siempre piden, mejorado mi inglés y… al final nada…
» En fin. ¿Y tú qué tal?
—Muy bien. He bajado a tomar un café en el descanso del trabajo. Mira, esa de ahí enfrente es la asesoría de mi madre y siempre vengo aquí porque sirven un café muy bueno.
—¡Es verdad! No sabía que estaba justo aquí. Bueno, cuéntame, ¿cómo te va el trabajo?
—Pues no me puedo quejar. En realidad hago un trabajo muy mecánico todos los días y es un poco aburrido, pero mi madre me paga bien, la verdad. Al final es hacer lo que me mande “la jefa”.
Ambas siguen poniéndose al día y recordando viejos tiempos mientras se toman el café. Cuando acaban, Sara intenta animar a Belén antes de despedirse.
—Bueno, no te preocupes, que lo conseguirás.
—Supongo…
—Y creo que no te hace falta tanta formación. Aunque te pidan el tema de las herramientas digitales y el inglés, yo no lo he usado nunca. Es un filtro. Al final, es más bien una cuestión de suerte, contactos y llegar en el momento adecuado.
—No sé yo. Es que no aceptan ni tu currículum si no cumples los mil requisitos o experiencia y recién salida de la universidad no tengo nada.
—Hazme caso… Es más, ahora tengo más contactos que antes, si me entero de alguien que esté buscando perfiles como el tuyo, te aviso.
—¡Genial! Muchas gracias, de verdad.
Se despidieron y Belén se quedó un rato más en la cafetería pensando sobre su futuro.
Por dentro, siente cierta envidia, le gustaría haber tenido la suerte de Sara y tener asegurado un puesto nada más acabar. Eso le desmotiva.
Aunque se anima sabiendo que no es la única en esa situación. Más bien lo extraño es lo de su amiga. “La vida es así y no me puedo comparar ni rendir tan pronto” —se dice para motivarse.
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