Sara cumplió su promesa.
Dejó de fijarse en lo que otros podrían hacer por ella para conseguir un trabajo y se centró en lo que ella mismo podía conseguir por su cuenta.
Tenía una gran oportunidad delante, pero tenía que cambiar su mentalidad y trabajar como nunca… y lo consiguió.
Hizo la entrevista en un inglés más que correcto y se apuntó al máster para que le aceptaran en las prácticas, dio lo mejor de sí durante ellas y al final le contrataron por sus buenos resultados e intachable actitud.
Incluso agradecieron a Belén que recomendara a Sara.
Y hablando de Belén… ¿Qué pasó con ella?
Fue ascendida a encargada de la zona para formar y liderar el nuevo equipo con Sara como su mano derecha viendo la gran combinación que hacían.
Un premio más que merecido. Nadie le había regalado nada.
Ambas firmaron sus nuevos contratos y se fueron a celebrarlo a un lugar especial: la cafetería donde todo empezó.
—Ahora serás mi jefa… ¿¡Quién me lo iba a decir!?
—Ja, ja, ja. Prepárate, que nos queda todavía mucho trabajo por delante y todavía más por aprender. Que ahora nos dejan solas por aquí…
—Es verdad. Es verdad. Pero ahora, de momento, disfrutemos un poco. ¡Que acabo de conseguir un buen trabajo y a ti te acaban de ascender! ¡Por algo será!
—Pues sí. ¡Y no sabes lo feliz que me hace!
Aprovechando que era viernes y no tenían que trabajar al día siguiente se quedaron charlando hasta perder la noción del tiempo.
Habían reforzado mucho su amistad durante estos meses.
Incluso se atrevían a hablar de temas más profundos (algo impensable hace un año):
—¿Lo recuerdas, Belén? Aquí empezó todo.
—Sí. Parece que fue ayer cuando nos encontramos después de meses sin vernos desde que acabamos la universidad.
—¡Cuánto hemos cambiado! Ahora hasta hablamos de temas profundos y todo.
—Bueno, supongo que lo más importante aquí es que los dos hemos aprendido una lección que nos llevaremos toda la vida.
—¿Cuál? ¿Hay que contactar más con amigas de toda la vida?
—Ja, ja, ja. No. Bueno, también. Pero la verdadera lección es otra.
»Un día leí esto en un libro: “Tú eres la causa de tu Buena Suerte”.
—Muy bonito, pero ¿qué me quieres decir con eso?
—Pues mira todo lo que nos ha pasado: si las dos hemos acabado aquí no es por casualidad, lo tenemos porque hemos trabajado y aprovechado cada oportunidad que se nos ponía por delante.
» Tú empezaste con el trabajo en la empresa de tu madre y en cuanto se acabó no conseguiste cambiar tu situación hasta que te diste cuenta de la realidad y tomaste las riendas de tu vida, por decirlo así. Acuérdate de la última vez que estuvimos aquí.
»Y yo empecé sin trabajo y podría haberme quejado de lo mal repartido que está todo e incluso compararme contigo porque creía que todo te iba genial -un error porque la vida de cada uno es como es-. Sin embargo, no paré hasta conseguir este trabajo. Me ha salido incluso mejor de lo que esperaba.
—Visto así… tienes razón. Aunque siempre habrá gente por ahí que tenga cosas que no se merezcan.
—También. Para lo bueno y para lo malo, pero con eso solo podemos hacer una cosa… mantener esta mentalidad y dar lo mejor con lo que nos toque. Quejarnos tampoco vale para nada.
» Lo que me lleva a otra frase que leí hace poco:
Podríamos decir que este aforismo es la moraleja de todo lo que acabas de leer.
Y tiene una explicación.
La Buena Suerte (con mayúsculas) y buena/mala suerte o suerte (con minúsculas) no son lo mismo. Ha sido así durante todo el relato, si te fijas bien.
La suerte en todo momento depende de un golpe de azar, es algo que no está bajo tu control. Puede ser buena o mala, según la situación, y dura solo durante un corto periodo de tiempo.
Un ejemplo en el relato sería el puesto inicial de Sara o confiar en que algún contacto de su madre le consiguiera un puesto.
La Buena Suerte depende de ti y dura para siempre porque, en realidad, es una manera de ver la vida, lo que te ocurre y cómo actúas frente a ello. Mentalidad Buena Suerte.
El ejemplo es el trabajo final que consigue Belén; muchos dirían “¡qué suerte has tenido!” cuando está claro que ha sido fruto de su trabajo y manera de afrontar la vida a pesar de tenerlo más difícil a priori.
Tanto la situación de Sara como la de Belén son casos de suerte. La situación laboral inicial de ambas es fruto de la familia en la que nacieron. Era una pregunta trampa.
Sara tiene un puesto que, según algunas personas podrían pensar, no merece. Belén, en cambio, está esforzándose todo lo que puede, pero no consigue el puesto que, según muchos, merecería por esfuerzo.
No hay una relación directa entre esfuerzo, merecimiento y lo que te ocurre. Importa más cómo “negocias” con la vida y creas las circunstancias para conseguir lo que quieres sin pensar en si es justo o no el esfuerzo que tengas que hacer.
Un golpe de azar puede cambiar tu situación en cualquier momento de tu vida. La verdadera pregunta es qué haces tú con esa carta que te ha tocado jugar.
Este capítulo es un ejemplo cualquiera de cómo puede cambiar tu vida de un día para otro tanto si te va bien como si te va mal.
Aquí es donde Sara se queda atrás de Belén definitivamente.
Ella sigue confiando en que alguien le traerá la solución perfecta en bandeja. Belén, en cambio, ha aprendido que tiene que ser ella la que cree las circunstancias para que todo cambie.
Una muestra del resultado de crear las circunstancias necesarias.
Mientras que Belén consigue una gran oportunidad, Sara sigue estancada y con una actitud cada vez más negativa. Sí podría haber tenido otro golpe de suerte, pero buena, mala… ¿quién sabe? No es sensato esperar a que todo cambie solo.
Cuando las cosas te vayan bien, comparte. No solo por sentirte mejor, sino también porque es una fuente de Buena Suerte.
Belén comparte con Sara al presentarle la oportunidad de conseguir ese puesto en prácticas y un futuro en la empresa. Algo que, como se ve en el último capítulo, beneficia a ambas.
Belén lo resume a la perfección: “Tú eres la causa de tu Buena Suerte” o, como dice este otro aforismo atribuido a A. Schopenhauer:
“El azar reparte las cartas, pero tú las juegas”.
Este relato es un test para poner a prueba si tienes integrada o no la Mentalidad Buena Suerte.
De hecho, no hay ni importa tu puntuación final.
Da igual si has acertado más o menos (en algunas no había opción correcta o incorrecta). Ni siquiera tenía la intención de crear una historia superdesarrollada con personajes claramente opuestos para marcar la diferencia.
Lo importante es el aprendizaje que te lleves de ella.
Que reflexiones sobre tu actitud, valores y habilidades frente a lo que te pueda ocurrir en el día a día y el tiempo que tardan en hacer efecto las decisiones que tomas.
Porque, al igual que le ocurre a los personajes…
Todo cambia en cuanto adoptas, trabajas e integras tu Mentalidad Buena Suerte:
En otras palabras.
No solo cambia tu presente y cómo te tomas lo que te ocurre, sino también tu perspectiva de futuro porque: el azar repartirá las cartas, pero tú sabrás cómo jugarlas.
Según tu elección tendrás la oportunidad de unirte a la comunidad privada donde trabajar mes a mes tus valores, actitudes y habilidades para crear esas circunstancias de la Buena Suerte que te permitan tomar las riendas de tu vida.
Pero depende de tu mentalidad:
(La mentalidad de Belén todo el relato)
Si quieres algo, tienes que crear las circunstancias para que ocurra. Es ahí cuando los demás dicen: “Qué Buena Suerte has tenido”
(La mentalidad inicial de Sara)
Hay personas con más suerte y otras con menos. Al final, lo mejor es quedarte con lo que tienes y aguantar. Quizás cambie mi suerte algún día.